Saturday, December 13, 2008

Nada que declarar



Pareciera que últimamente he perdido la disciplina de escribir y diría que he perdido hasta la inspiración. Sin embargo aquí estoy para tratar de llenar el tiempo perdido. De antemano te lo digo Tavaut: este no es un buen post así que mejor vete a leer a la Balducci!

Llegué a Madrid el lunes pasado con el propósito de realizar una investigación por cuestiones de trabajo y decidido a cambiar de aíre y renovar las ideas. Efectivamente, la investigación fue exitosa y creo que el cambio de aíre también. La primera mañana me cayó encima un aguacero que me dejó en cama por el resto de la semana. No he hecho más que aguantar frío y la verdad es que prefiero Madrid en verano cuando uno se queda pegado al asfalto por culpa de la temperatura del demonio.


Así es que he pasado la semana dividiendo mi tiempo entre la acogedora biblioteca de un Ministerio y la aún más acogedora cama de una habotación de hotel. Enfermarse cuando uno esta de viaje trabajando debería estar prohibido.

Afortunadamente no todo ha sido malo. La tía Caramelo me ha invitado a cenar todas las noches y debo declarar a su favor que ha mejorado notablemente sus habilidades culinarias o tal vez ha reducido notablemente la toma de riesgos culinarios lo que para el invitado es casi lo mismo.


Son las tres y veintiocho de la mañana y no logro dormir. Puedo constatar que mi espíritu aventurero se ha quedado en Paris porque en otros tiempos una noche de insomnio y además siendo viernes, me habría empujado sin dudarlo a tomarme las calles en busca de movimiento. Sin embargo en este momento lo único que se me antoja es un aguita de manzana a ver si por fin puedo dormir.


Madrid está llena de recuerdos felices, de años recientes y lejanos. La primera vez que vine fue en 1986. Llegamos a Barajas con mi papá y con mi hermana en escala hacia Lisboa y para matar el tiempo terminamos en el zoológico de la ciudad del cual lo único que recuerdo es un hipopótamo que abría la boca. Muchos años después volví solo con mi hermana. Les contaría encantado lo que fue ese viaje pero esa historia ya la escribí una vez así es que sería tonto intentar hacerlo de nuevo (si alguien tiene una copia de esa historia me gustaría recuperarla).


En los últimos años he vuelto a Madrid en muchas ocasiones y he llegado incluso a tener mi itinerario de "infaltables" como el chocolate y los churros de San Ginés, el paso por el Museo del Jamón (no he puesto un pie en el Prado), unos boquerones por aquí, una cervecita por allá, etc. Pero esta vez nada me sabe igual y Madrid no me ha enamorado como otras veces. Digamos que todo es culpa del aguacero y de la gripa que me dejó y esperemos tener mejor suerte en Sevilla la semana que viene.

Hasta entonces.