El domingo pasado fui al hipódromo por primera vez. A las 4:40 de la tarde se corría el Premio "Qatar Arco del Triunfo" que según los conocedores es el premio más importante del mundo. La experiencia fue divertida. El hipódromo parecía un circo en el que se mezclaban alegremente abrigos de piel, sombreros ridículos, copas de champaña, borrachines apostadores , damas de la alta y de la vida, y entre todos, Guillaume y yo, maravillados por el espectáculo, siguiendo el juego y cumpliendo el libreto al pie de la letra.
Una tarde de carreras en el hipódromo es como una tarde de sexo. La carrera termina siendo accesoria. Lo que importa es el preámbulo y todo lo que precede al galope, que en últimas, dura apenas poco más que un orgasmo. Lo bueno es que en una tarde puede haber hasta 8 carreras y en eso si hay una gran diferencia con una tarde de sexo porque difícilmente hay yegua o caballo que aguante 8 galopes en una misma tarde, aunque uno nunca sabe.
En todo caso, lo largo es todo lo que viene antes de esos dos minutos de gloria. La fila para apostar, el análisis de cuánto, cómo y por quién apostar, saber si apostamos al ganador, al trío, al dúo, al figurante, al cojo o al tuerto. El domingo estuve a punto de ganar, de no ser porque "Duque de Mermelada" quedó de quinto y no de tercero como yo había anunciado. La verdad es que no lo culpo, con ese nombre ¿a quién le dan ganas de correr?.
Termino la entrada de esta semana respondiendo a la pregunta que algunos de ustedes se han hecho y que algunos otros me han formulado directamente: ¿Quién es Diana Prince? Pues bien, Diana Prince no es otra que la mujer maravilla. Lo que pasa es que un super-héroe no puede andar por el mundo diciendo “Mucho gusto me llamo Super Man" o “Encantada, soy la Mujer Maravilla” o peor aún “El gusto es mío, soy el Chico Maravilla”. Es por eso que todos tienen una identidad secreta que les permite confundirse con la multitud en el día a día.
Si algún día en una fiesta alguien les dice que se llama Bruno Diaz, tengan la seguridad de que se trata de Batman. Si por el contrario les presentan a Ricardo Tapia, aguanten la risa y sepan que se trata del Chico Maravilla o Robin para los más iniciados. Si algún día ven a Diana Prince, síganla de cerca porque en el momento menos pensado da tres vueltas y se convierte.
1 comment:
Por Dios, cómo olvidar la magistral actuación de Lynda Carter con ese papel que para la época era casi erótico.
No saber quién es Diana Prince para los que somos de la generación del 70s-80s es como ignorar quienes son Barry Allen, Bruce Banner o Don Diego de la Vega... un sacrilegio!
Lo de los caballos... bueno, yo me sigo quedando con el sexo... es más cómodo, económico (eso depende), ganan todos los participantes y además casi que tiene más satisfacción "llegar" de último.
Gracias por estos artículos tan entretenidos Juangui.
E. Rueda-C.
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